Saud el Saá Rey de San Luis pagó de
"su" bolsillo $3.000.000 por esta foto.-
Los que "Mandan" hoy en Rusia son una moderna y eficiente nueva oligarquía cuyos padres previsores construyeron varias "Estancias Grande" en las afueras de Moscù donde viven en esplèndidas "Dachas" que le dan envidia a los mas ricos actores de Hollywood y multimillonarios norteamericanos.
En su mayorìa se casaron con la mas lindas mujeres de la Europa en que estudiaron y contratan "nursery" francesas que se encargas de "urbanizar " a sus hijos.
ACERCA DE LA OBRA LA NUEVA CLASE, DEL AUTOR YUGOSLAVO MILOVAN DJILAS (1911-1995)
La nueva clase, se erige como uno de mejores trabajos acerca de la formación económico-social comunista. Cumple ya 50 años al servicio de la humanidad, obra maestra, de alto valor cívico. Es reconocida como una más entre los clásicos de la ideología marxista donde se define por vez primera, desde una posición científica, el origen y papel de LA NUEVA CLASE como gobernante y explotadora.
Djilas estudió Derecho en la Universidad de Belgrado, donde adoptó el marxismo. En 1940 fue miembro del Politburó del Partido Comunista yugoslavo, desempeñó numerosos cargos importantes en el gobierno de posguerra y fue un importante partidario de la ruptura de Yugoslavia con la URSS en 1948.
Hacia 1953 fue vicepresidente con Broz Tito. Sin embargo, la crítica de Djilas a las prácticas comunistas le llevó a perder todos sus cargos y a la expulsión del Partido en 1954. Fue encarcelado en 1956. Tras la publicación en Occidente de su obra La nueva clase (1957), su sentencia fue aumentada.
Escrita en cautividad y con premura, su estilo es sencillo y directo, puede reconocerse la austeridad del autor a la hora de hacer sus exposiciones y juicios. Desborda genialidad su capacidad de análisis, deducción y síntesis; elementos que permiten guiar al lector desde el origen filosófico del materialismo dialéctico, en la misma comprensión de Marx, quién consciente de la superación dialéctica de toda obra, expone una hipótesis, entre otras que pudiera haber.
Seguidamente descubre la figura de Lenin, más que como un científico, como la de un revolucionario por excelencia, capaz de aglutinar a sus seguidores en torno a un partido, y de realizar un proyecto transformador, pero que reclama para su filosofía y su ideología, la única compresión científica y objetiva del desarrollo de las sociedades humanas. Continúa con la figura de Stalin, a quien reconoce como el creador por primera vez en la historia, de la que Djilas define como La nueva clase y el propio Stalin El aparato (1936). Describe que Stalin no es un científico, como lo fue Marx, ni el revolucionario conocedor del marxismo a profundidad que fue Lenin, sino el ejecutor, sádico y tirano, seducido por el poder.
En la obra se explica como la revolución realizada para terminar con las clases, trajo consigo la autoridad más completa, como nunca en la historia, de una clase nueva, en la que el Partido es su núcleo y su base. Define esa nueva clase como la burocracia del partido comunista, la que usa, administra y controla oficialmente la propiedad nacionalizada y socializada. La propiedad no es sino el derecho al disfrute, la dirección y el control. Si se definen los beneficios de clase por ese derecho, los estados comunistas han visto el origen de una nueva forma de propiedad y de una nueva clase gobernante, arribista y explotadora, que no escatima recursos para ocultar esta nueva condición.
Establece con certeza las peculiaridades del régimen comunista, definiéndolo acertadamente como un régimen totalitario, el que transita por tres etapas:
La etapa revolucionaria o populista: su fin es establecer la sociedad ideal.
La segunda etapa ó etapa dogmática donde el fin sigue siendo la sociedad ideal a construir, que lo justifica todo, todo se centraliza, las organizaciones revolucionarias en un solo partido y una sola dirección, la ideología, la economía, absorbe los medios de comunicación y los de producción, controla la vida toda de la sociedad.
La tercera etapa donde el fin es la sobrevivencia a toda costa del régimen. Realiza pequeñas concesiones.
En la obra se describe hasta el detalle, cada elemento de la sociedad comunista. Todo soplo de razón y cordura es aplastado. El resultado es la miseria más descarnada física, moral y espiritual de la sociedad.
A nuestro juicio es tan brillante esta obra que nos atrevemos a considerar que después de ella, ser comunista es para una persona instruida, sinceramente progresista e interesada en el progreso de la sociedad humana, tan errado como después de la década de los cuarenta negar el descubrimiento de los antibióticos. O sea como ideología es una corriente desacreditada y anticuada.
Las cinco décadas posteriores corroboran en ese sentido, el carácter eminentemente científico y objetivo de la obra. El capitalismo desarrollado ganó ampliamente la carrera por el desarrollo científico-técnico al acreditarse más del 90 % de todo lo que se ha descubierto, patentado y editado en el mundo en los últimos 60 años, además de elevar considerablemente el nivel de vida de su población.
La obra de Djilas tuvo antecedentes en trabajos de Bakunin, Trotsky y otos. Cuanto contribuyó, no sabemos, pero después de ella no triunfo nunca más en Europa un régimen comunista. Por el contrario, todos sucumbieron.
Si hay algo que delata en la obra su no contemporaneidad es su reiterada referencia a la necesidad de la revolución industrial clásica, para alcanzar las metas de desarrollo económico y bienestar social. Cosa que se han resuelto a través de otos modelos basados en las transferencias tecnológicas y la revolución científico-técnica (Japón, España).
Pero Djilas era una persona de buena fe, progresista, tal vez por ello en los últimos párrafos de su obra nos regaló este pensamiento:
"Ciertamente, si los comunistas interpretasen al mundo en forma real, quizá saldrían perdiendo como tales, pero ganarían como seres humanos, como parte de la raza humana." Visualizaba tal vez a Gorbachov?
Si trazamos un paralelo entre esta obra y el desarrollo de la sociedad cubana desde los últimos 45 años, se podrá observar como en cada uno de los sectores de la vida de la sociedad Djilas acepta.
En la economía planteaba que a pesar de ser la más planificada, es la más despilfarradora, nunca alcanza a elevar significativamente el nivel de vida de la población puesto que constantemente aplaza los recursos para ello, para el logro de algún objetivo ideológico interno o los desplaza al extranjero a fin de obtener reconocimiento internacional.
Bajos salarios y sentimientos de no pertenencia, pérdida de identidad y atropellos legislativos y jurídicos. No se detiene en nacionalizar los medios fundamentales de producción, que le son imprescindibles para llevar adelante sus proyectos de industrialización y redistribución social, sino que con el fin de eliminar todas las clases poseedoras que le precedieron y esconder su economía artificial e ineficiente, no escatima en métodos ni arbitrariedades. Constantemente se ve inmersa en procesos de rectificación y autocrítica que no arreglan mucho, son solo ciclos de justificación.
Trata de controlar la propiedad personal (casas, carros, propiedades, derechos de viaje e información, libertad de oficio).
Para quien está lejos, le podemos, por ejemplo, recomendar vea las películas Antes que anochezca” y “Suite Habana.
Para quién está cerca, con un salario mensual de 15 dólares al mes (si es profesional) entonces solo tiene que recordar los estantes de su tienda de víveres, el 24 de diciembre, en vísperas de la Noche Buena, a la vista solo ruedas de cigarros, botellas de ron barato, huevos y algunos de paqueticos con diseños muy cubanos que dicen azúcar, arroz, chicharos, leche en polvo. Para algunos de ellos sería la película hispano-cubana Habana Blues la que marca la difícil pauta: a Europa, a afuera, cualquier parte donde no demore la esperanza.
Hacia 1953 fue vicepresidente con Broz Tito. Sin embargo, la crítica de Djilas a las prácticas comunistas le llevó a perder todos sus cargos y a la expulsión del Partido en 1954. Fue encarcelado en 1956. Tras la publicación en Occidente de su obra La nueva clase (1957), su sentencia fue aumentada.
Escrita en cautividad y con premura, su estilo es sencillo y directo, puede reconocerse la austeridad del autor a la hora de hacer sus exposiciones y juicios. Desborda genialidad su capacidad de análisis, deducción y síntesis; elementos que permiten guiar al lector desde el origen filosófico del materialismo dialéctico, en la misma comprensión de Marx, quién consciente de la superación dialéctica de toda obra, expone una hipótesis, entre otras que pudiera haber.
Seguidamente descubre la figura de Lenin, más que como un científico, como la de un revolucionario por excelencia, capaz de aglutinar a sus seguidores en torno a un partido, y de realizar un proyecto transformador, pero que reclama para su filosofía y su ideología, la única compresión científica y objetiva del desarrollo de las sociedades humanas. Continúa con la figura de Stalin, a quien reconoce como el creador por primera vez en la historia, de la que Djilas define como La nueva clase y el propio Stalin El aparato (1936). Describe que Stalin no es un científico, como lo fue Marx, ni el revolucionario conocedor del marxismo a profundidad que fue Lenin, sino el ejecutor, sádico y tirano, seducido por el poder.
En la obra se explica como la revolución realizada para terminar con las clases, trajo consigo la autoridad más completa, como nunca en la historia, de una clase nueva, en la que el Partido es su núcleo y su base. Define esa nueva clase como la burocracia del partido comunista, la que usa, administra y controla oficialmente la propiedad nacionalizada y socializada. La propiedad no es sino el derecho al disfrute, la dirección y el control. Si se definen los beneficios de clase por ese derecho, los estados comunistas han visto el origen de una nueva forma de propiedad y de una nueva clase gobernante, arribista y explotadora, que no escatima recursos para ocultar esta nueva condición.
Establece con certeza las peculiaridades del régimen comunista, definiéndolo acertadamente como un régimen totalitario, el que transita por tres etapas:
La etapa revolucionaria o populista: su fin es establecer la sociedad ideal.
La segunda etapa ó etapa dogmática donde el fin sigue siendo la sociedad ideal a construir, que lo justifica todo, todo se centraliza, las organizaciones revolucionarias en un solo partido y una sola dirección, la ideología, la economía, absorbe los medios de comunicación y los de producción, controla la vida toda de la sociedad.
La tercera etapa donde el fin es la sobrevivencia a toda costa del régimen. Realiza pequeñas concesiones.
En la obra se describe hasta el detalle, cada elemento de la sociedad comunista. Todo soplo de razón y cordura es aplastado. El resultado es la miseria más descarnada física, moral y espiritual de la sociedad.
A nuestro juicio es tan brillante esta obra que nos atrevemos a considerar que después de ella, ser comunista es para una persona instruida, sinceramente progresista e interesada en el progreso de la sociedad humana, tan errado como después de la década de los cuarenta negar el descubrimiento de los antibióticos. O sea como ideología es una corriente desacreditada y anticuada.
Las cinco décadas posteriores corroboran en ese sentido, el carácter eminentemente científico y objetivo de la obra. El capitalismo desarrollado ganó ampliamente la carrera por el desarrollo científico-técnico al acreditarse más del 90 % de todo lo que se ha descubierto, patentado y editado en el mundo en los últimos 60 años, además de elevar considerablemente el nivel de vida de su población.
La obra de Djilas tuvo antecedentes en trabajos de Bakunin, Trotsky y otos. Cuanto contribuyó, no sabemos, pero después de ella no triunfo nunca más en Europa un régimen comunista. Por el contrario, todos sucumbieron.
Si hay algo que delata en la obra su no contemporaneidad es su reiterada referencia a la necesidad de la revolución industrial clásica, para alcanzar las metas de desarrollo económico y bienestar social. Cosa que se han resuelto a través de otos modelos basados en las transferencias tecnológicas y la revolución científico-técnica (Japón, España).
Pero Djilas era una persona de buena fe, progresista, tal vez por ello en los últimos párrafos de su obra nos regaló este pensamiento:
"Ciertamente, si los comunistas interpretasen al mundo en forma real, quizá saldrían perdiendo como tales, pero ganarían como seres humanos, como parte de la raza humana." Visualizaba tal vez a Gorbachov?
Si trazamos un paralelo entre esta obra y el desarrollo de la sociedad cubana desde los últimos 45 años, se podrá observar como en cada uno de los sectores de la vida de la sociedad Djilas acepta.
En la economía planteaba que a pesar de ser la más planificada, es la más despilfarradora, nunca alcanza a elevar significativamente el nivel de vida de la población puesto que constantemente aplaza los recursos para ello, para el logro de algún objetivo ideológico interno o los desplaza al extranjero a fin de obtener reconocimiento internacional.
Bajos salarios y sentimientos de no pertenencia, pérdida de identidad y atropellos legislativos y jurídicos. No se detiene en nacionalizar los medios fundamentales de producción, que le son imprescindibles para llevar adelante sus proyectos de industrialización y redistribución social, sino que con el fin de eliminar todas las clases poseedoras que le precedieron y esconder su economía artificial e ineficiente, no escatima en métodos ni arbitrariedades. Constantemente se ve inmersa en procesos de rectificación y autocrítica que no arreglan mucho, son solo ciclos de justificación.
Trata de controlar la propiedad personal (casas, carros, propiedades, derechos de viaje e información, libertad de oficio).
Para quien está lejos, le podemos, por ejemplo, recomendar vea las películas Antes que anochezca” y “Suite Habana.
Para quién está cerca, con un salario mensual de 15 dólares al mes (si es profesional) entonces solo tiene que recordar los estantes de su tienda de víveres, el 24 de diciembre, en vísperas de la Noche Buena, a la vista solo ruedas de cigarros, botellas de ron barato, huevos y algunos de paqueticos con diseños muy cubanos que dicen azúcar, arroz, chicharos, leche en polvo. Para algunos de ellos sería la película hispano-cubana Habana Blues la que marca la difícil pauta: a Europa, a afuera, cualquier parte donde no demore la esperanza.
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